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"Ojos claros, serenos" (Gutierre de Cetina) y "Elionor" (Miquel Martí i Pol)

Los poemas de esta semana representan dos ambientes diferentes. Gutierre de Cetina explica como los ojos expresan nuestras emociones. ¿No es cierto que los ojos son el espejo del alma? En cambio, Miquel Martí i Pol hace un reflejo acerca de la época de las colonias industriales, especialmente el trabajo infantil i de las mujeres obreras. ¿A qué es desgarrador? Disfrutad de la lectura del género poético.



Castellano


Ojos claros, serenos (Gutierre de Cetina)


Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.

Catalán

Elionor (Miquel Martí i Pol)

L’Elionor tenia catorze anys i tres hores quan va posar-se a treballar. Aquestes coses queden enregistrades a la sang per sempre. Duia trenes encara i deia: «sí, senyor» i «bones tardes». La gent se l’estimava, l’Elionor, tan tendra, i ella cantava mentre feia córrer l’escombra. Els anys, però, a dins la fàbrica es dilueixen en l’opaca grisor de les finestres, i al cap de poc l’Elionor no hauria pas sabut dir d’on li venien les ganes de plorar ni aquella irreprimible sensació de solitud. Les dones deien que el que li passava era que es feia gran i aquells mals es curaven casant-se i tenint criatures. L’Elionor, d’acord amb la molt sàvia predicció de les dones, va créixer, es va casar i va tenir fills. El gran, que era una noia, feia tot just tres hores que havia complert els catorze anys quan va posar-se a treballar. Encara duia trenes i deia: «sí, senyor» i «bones tardes».

(Traducción: Elionor)

Elionor tenía catorce años y tres horas cuando se puso a trabajar. Estas cosas quedan registradas en la sangre para siempre. Llevaba trenzas todavía y decía: «sí, señor» y «buenas tardes». La gente la quería, Elionor, tan tierna, y ella cantaba mientras hacía correr la escoba. Los años, pero, dentro de la fábrica se diluyen en la opaca grisura de las ventanas, y al cabo de poco Elionor no habría sabido decir de donde le venían las ganas de llorar ni aquella irreprimible sensación de soledad. Las mujeres decían que lo que le pasaba era que se hacía grande y aquellos males se curaban casándose y teniendo criaturas. Elionor, de acuerdo con la muy sabia predicción de las mujeres, creció, se casó y tuvo hijos. El grande, que era una niña, hacía apenas tres horas que había cumplido los catorce años cuando se puso a trabajar. Todavía llevaba trenzas y decía: «sí, señor» y «buenas tardes».

Traducción: Jorge de la Fuente


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