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"Los pilares de la Tierra", una lucha por el poder y la supervivencia

Ken Follett publicó un libro que no sólo está considerado como el mejor de su trayectoria literaria, sino que también es una de las mejores novelas de género histórico. Los pilares de la Tierra es una obra ambientada en el universo del siglo XII, en Inglaterra, citando una época en que la lucha por el poder y el esfuerzo por la supervivencia son los puntos clave que envuelven la historia.


Los pilares de la Tierra está protagonizado por diversos miembros de la nobleza, el clero y el pueblo llano, y está escrita mediante un narrador omnisciente en tercera persona.


Tom, uno de sus personajes, es un maestro constructor que pierde su trabajo a causa de que William Hamleigh ya no quiere que la construya. Lady Aliena había rechazado su petición de matrimonio, lo que hace que William ya no quiera su nuevo hogar.


Tom y su familia caen en la hambruna y se ven obligados a recorrer los bosques en busca de trabajo, atravesando las diferentes ciudades del condado. No obtienen ningún resultado. Al llegar al priorato de Kingsbridge, él se siente entusiasmado ante el hecho de encontrarse delante de una pequeña iglesia con necesidades de reparación. Su sueño eterno hace presencia en su mirada: construir la catedral más hermosa del mundo. Kingsbridge es un priorato; y como priorato que es, se merece un edificio majestuoso que represente el poder de Dios. Tom entra en el priorato y pregunta en busca de trabajo.


Kingsbridge está en apuros económicos y no le pueden ofrecer un trabajo. No obstante, el nuevo prior, Philip, le da un techo, comida y lo hace maestro constructor de la nueva catedral. No obtendrá un salario hasta que el priorato obtenga ganancias. A pesar de eso, Tom está maravillado. Tiene el proyecto de sus sueños en sus propias manos e, indudablemente, no desperdicia su afortunada oportunidad. La construcción de la catedral se hace en medio de un panorama de inestabilidad política, donde la guerra civil y la lucha por el poder serán los aspectos que dificultarán el proceso de construcción.


Los pilares de la Tierra es un escrito impresionante que nos cita a reflexionar sobre muchos temas de la época, pero que muchos todavía siguen siendo existentes en pleno siglo XXI. La codicia, la avaricia, la hipocresía religiosa, el amor o la capacidad de enfrentarse a la muerte sin miedo son algunos de los conceptos que contiene la obra. Todo esto está unido a un argumento completo, elaborado y de una calidad indiscutible para un escritor que ha vendido más de 150 millones de ejemplares a lo largo de su carrera literaria. Ken Follett hizo una novela fantástica, intachable y conmovedora.


Como conclusión, dando fin a este artículo, os voy a dejar algunas frases célebres del libro:


“Tener fe en Dios no consistía en sentarse mano sobre mano. Significaba creer que uno podía lograr lo que se proponía, haciéndolo lo mejor que pudiera con honradez y energía.”


“Renunciar a la felicidad es como arrojar piedras preciosas al océano. Es mucho peor que cualquier pecado.”


“Recuerda por favor que el orgullo excesivo es un pecado corriente, pero que un hombre puede, con la misma facilidad, frustrar la voluntad de Dios por una excesiva humildad.”


“Pronunciar un juramento es poner tu alma en peligro, solía decir. Jamás pronunciéis un juramento a menos que prefiráis morir al quebrantarlo.”


“Los obispos muy raramente dejaban a los constructores que hicieran solos el trabajo. Con frecuencia uno de los problemas del maestro constructor era tener que calmar la enfebrecida imaginación de los clérigos y establecer unos límites prácticos a su desbordada fantasía.”


“En el mundo que hay fuera del monasterio, nadie se preocupa de ti. Los patos se tragan a los gusanos y los zorros matan a los patos. Luego, llega el hombre y dispara contra los zorros. El diablo caza al hombre.”


“Stephen se mostró dolido. Alegó que los obispos, como hombres de Dios, no tenían necesidad de castillos, y si los construían no podía esperar que se les tratara como hombres de Dios.”


“Cualquier imbécil puede tomar parte en una pelea, pero el hombre prudente sabe mantenerse lejos de ellas.”


“Philip se dio cuenta que, en una guerra civil, la primera baja era la de la justicia.”


“Jack tuvo que contenerse para no echarse a reír. ¿De qué servía arrojar dinero a un pedazo de madera? Pero la gente había sido adoctrinada por la Iglesia hasta tal punto que su reacción automática ante algo sagrado era la de dar dinero.”



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