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"El club de los poetas muertos", una lucha sobre la importancia del momento presente y la

“¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!” es la frase que, seguramente, cobra mayor fuerza en la película El club de los poetas muertos, producción dirigida por Peter Weir. Esta crítica está dedicada a un libro escrito por Nancy H. Kleinbau que consiste en el reflejo, mediante el uso de las palabras, de esta emblemática e inspiradora obra del séptimo arte. La obra fue publicada en 1991, dos años después de la difusión de la película.


La historia comienza en Welton, un internado que se ha ganado la reputación de ser un gran referente para la enseñanza. Corre el año 1959, fecha que representa el centésimo aniversario de la fundación de la institución. Como homenaje, los trescientos alumnos de Welton se hallan presenciando un acto de conmemoración en la capilla del internado. El director, el señor Nolan, expone el discurso del centenario. Para él, la buena educación está basada en cuatro columnas que son absolutamente imprescindibles: honor, tradición, disciplina y excelencia.


Pero eso no es todo. Lo sorprendente es hasta qué punto los alumnos responden a coro, o individualmente, las preguntas que les recita el señor Nolan acerca de esos cuatro inexpugnables pilares. Los alumnos no tienen el poder de pensar por ellos mismos, más bien están en un estado de adoctrinamiento. Ellos lo miran con buenos ojos, y consideran la rigurosidad y la severidad como el camino esencial para convertirse en un alumno ejemplar. Sin embargo, un nuevo profesor les cambiará de perspectiva haciéndoles ser más críticos con el mundo que les rodea.


En el fin del acto, el director les dice que habrá un nuevo maestro de literatura, a causa de que el señor Portius ha llegado a la edad de jubilación. John Keating, diplomado en Welton y antiguo docente de la escuela Chester de Londres, es su sustituto.


Ningún alumno sabe que el señor Keating les alejará, desde su primera clase de literatura, de las empíricas normas adiestradoras impuestas por el señor Nolan. No sólo les enseña literatura, sino que también les enseña a cambiar sus vidas, a anhelar y a seguir el destino que les marque sus corazones, en lugar de ser simples marionetas controladas por unos supuestos seres superiores.


A partir de fragmentos literarios de obras poéticas de autores célebres, intenta mostrarles los verdaderos objetivos de la vida. Sus enseñanzas están basadas en el Carpe diem, tópico renacentista que nos incita a aprovechar el momento, la juventud y las oportunidades que hagan presencia en nuestras existencias. También les inculca que llevar una vida sencilla y luchar por hacer realidad nuestros sueños, son las causas que hacen maravilloso el concepto existencial del vivir. Incorformistas, vividores e invocadores del libre pensamiento; eso es lo que quiere el señor Keating elaborar en las mentes de sus alumnos. Además, el profesor utiliza la poesía como el recurso ideal para acercarles a la sensibilidad.


Sus explicaciones acerca de los auténticos fines de la vida y del poder de la palabra escrita son acogidos, especialmente, por un grupo de alumnos que deciden marcar sus frases como referencia en sus conciencias. Se reunirán cada noche, a la luz de la luna, en una cueva algo alejada de Welton para citar autores que les son una verdadera inspiración. Eso causará que cada uno se quiera enfrentar a sus propias adversidades con la finalidad de dejar de ser teledirijidos y de ser conscientes de sus sueños y de sus existencias.


Tanto el libro como la película son un gran modelo de referencia para todas las almas pensadoras, artistas y luchadoras que se esfuerzan por sus propios intereses y propósitos. Esta historia es una invocadora de las ansias ocultas dentro del corazón. ¿Sentís la necesidad de expresar una voz que os grita y que os suplica dentro de vuestro alma? ¿Notáis que hay una pasión que os aclama y que queréis hacer realidad? ¿Es necesario hacerse destacar para marcar la diferencia, hasta tal punto que a esa persona se la trata de lunática? Científicos, filósofos, poetas, pintores, escultores, arquitectos... grandes revolucionarios que han transformado sus vidas, haciéndolas un sueño y, además, están incluidos en un pequeño hueco dentro de la historia de la humanidad.


Todas las personas estamos condicionadas a morir, por lo tanto, ¿para qué sirve apelar por conservar la carne si resulta que el ánima está muerta? ¿Tener el ánima muerta es como si nunca se hubiese vivido? Todos recorremos un río en que sólo tenemos dos asuntos prefijados con anterioridad: el nacimiento y el destino que finaliza la corriente. Pero he aquí lo más enigmático: hacer el transcurso por zonas que nadie creía que se pudiese cruzar.


Como conclusión, se ha de especificar que El club de los poetas muertos es una historia inspiradora y suplicante de la inconformidad y de la lucha por los sueños y por la sensibilidad.


Dando fin a este artículo, os voy a dejar algunas frases emblemáticas del libro. Muchos de ellos son fragmentos mencionados de obras de autores destacados.


"Un día, por increíble que eso pueda parecer a sus robustas constituciones, este corazón que se agita en nuestro pecho dejará de latir y exhalaremos el último suspiro."


"Al adular en exceso a la diosa todopoderosa del éxito social, ¿no habrán vendido baratos sus sueños de infancia? ¿En qué caminos trillados, en qué mezquindades quedaron empantanados sus ideales?"


"Y no limiten la poesía sólo al lenguaje. La poesía está presente en la música, en la fotografía, incluso en el arte culinario; dondequiera que se trata de penetrar la opacidad de las cosas para hacer que brote su esencia ante nuestros ojos. Dondequiera que algo esté en juego, ahí se produce la revelación del mundo. La poesía puede estar oculta en los objetos o las acciones más cotidianas, pero nunca, nunca debe ser común. Escriban un poema sobre el color del cielo, sobre la sonrisa de una muchacha si les apetece, pero que se sienta en sus versos el día de la Creación, el Juicio Final y la eternidad. Todo me parece bien, por poco que ese poema nos dé alegría, por poco que levante un poco el velo que hay sobre el mundo y nos dé un estremecimiento de inmortalidad."


"Señores, todos llevamos en nosotros mismos este deseo de ser aceptados; pero traten de estimular lo que tienen ustedes de único o diferente, incluso aunque por ello se vean tachados de excéntricos."


"Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisas. Quería vivir intensamente y sorberle todo el jugo a la vida. Dejar a un lado todo lo que no era la vida. Para no descubrir, a la hora de mi muerte, que no había vivido."



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