El fin de la guerra en "Descifrando Enigma"
“A veces, la gente de la que nadie espera nada es la que hace cosas que nadie puede imaginar”, esta es una de las frases de una película que refleja una de las mayores mentalidades ocultas del siglo XX, gran pilar esencial para provocar el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Alan Turing es un matemático británico que tiene una misión como objetivo: resolver Enigma, una máquina encargada de encriptar mensajes para ser enviados con seguridad entre el ejército alemán. Eso parece un logro imposible, millones de posibles combinaciones son el misterio de este artefacto. Podrían tardar años y la guerra acabaría arrasando prácticamente toda Europa.
Turing comprende que Enigma tiene una codificación superior a la que puede afrontar la mentalidad humana, por lo tanto, ¿cómo descifrarla? Él piensa que si el cerebro humano no lo consigue, la solución debe ser la creación de una máquina, de una inteligencia electrónica, que esté al mismo nivel que la adversidad.
Con esa hipótesis, Alan utiliza sus esfuerzos para crear a Christopher, un enorme dispositivo que será crucial para vencer a Enigma. Eso significa que podrán leer los mensajes enviados entre los oficiales alemanes y, por lo tanto, tener una valiosa información que podría acabar con la guerra más sangrienta de la historia.
Esta película representa el papel que hizo Alan Turing a favor de la victoria de los Aliados, pero también se muestra la injusticia que sufrió posteriormente. Ese hombre debía haber sido homenajeado como un héroe, como un personaje crucial y digno de admirar. No obstante, la justicia británica le condenó por el simple hecho de ser homosexual. La intolerancia abre el odio y el repudio hacia una mente maravillosa que se merecía una verdadera condecoración.
El guión del film es fantástico y conmovedor, pero se ha de especificar que hay varios sucesos y matices que no coinciden con la realidad de los hechos. Andrew Hodges, autor de la biografía en que se basaron para rodar la película, se sintió mosqueado ante las transformaciones de los acontecimientos históricos. A él le habría gustado que Descifrando Enigma fuese una descripción perfecta de la biografía de Alan Turing. A pesar de eso, la película es de una excelente calidad y muy recomendable de visualizar.
También hace falta destacar los dos elementos que hacen mostrar la esencia de Descifrando Enigma con mayor fuerza: el magnífico papel de Benedict Cumberbatch y la ambientadora banda sonora de Alexandre Desplat.
Finalmente, acabo concluyendo que esta película es, a pesar de sus modificaciones históricas, una gran obra excepcional y de calidad que refleja la vida de Alan Turing, tanto el papel que tuvo en la Segunda Guerra Mundial como su destino final.
Dando fin a este artículo, os dejo una imagen de la película y algunas de sus frases célebres:
Alan Turing y el resto del equipo de matemáticos prueban con lo que podría ser la solución de la codificación de la máquina Enigma.
“— Aquí dice que usted fue un prodigio en el departamento de matemáticas. —No estoy seguro de poder evaluar eso, señor... —¿Cuántos años tiene, señor Turing? —27. —¿Y cuántos años tenía cuando se hizo miembro de Cambridge? —24. —¿Y cuántos años tenía cuando publicó este artículo que tiene un título que apenas puedo entender? —23. —¿Y no cree que eso lo califica como prodigio? —Bueno, Newton descubrió el teorema del binomio a los 22 años. Einstein escribió cuatro artículos que cambiaron el mundo a los 26 años. Hasta donde puedo decir, apenas me acerco.”
“Enigma es una máquina extremadamente bien diseñada. Nuestro problema es que solamente usamos personas para intentar vencerla. ¿Qué tal si solamente una máquina pudiera derrotar a otra máquina?”
“¿Saben por qué a la gente le gusta la violencia? Es porque la hace sentirse bien. Los humanos encuentran la violencia extremadamente satisfactoria. Pero se elimina la satisfacción y el acto se convierte en algo hueco.”
“—¿Qué estás leyendo? —Es sobre criptografía. —¿Serían como mensajes secretos? —Secretos, no. Esa es la parte brillante. Mensajes que todo el mundo puede ver pero que nadie sabe qué significan a menos que tengan la clave. —¿Acaso es diferente a hablar? —¿Hablar? —Cuando una persona habla con otra, nunca dice lo que quiere decir. Dicen algo diferente y esperan que uno sepa qué quieren decir. Es algo que yo nunca hago. —Entonces, ¿en qué se diferencia? —Alan, tengo la extraña sensación de que vas a ser muy bueno en esto.”
“—Si conectas los cables en la matriz del panel en forma diagonal podrá descartar posiciones del rotor 500 veces más rápido. —Esa, de hecho, no es una idea del todo terrible. —Creo que eso fue un "gracias" en lenguaje Alan.”
“—¿Las máquinas pueden pensar? —¿Así que ha leído algunos de mis trabajos publicados? —¿Qué le hace pensar eso? —Porque estoy sentado en una comisaría acusado de suplicarle a un joven que me tocara el pene y me pregunta si las máquinas pueden pensar. —Y bien, ¿pueden? ¿Algún día las máquinas podrán pensar como lo hacen los humanos? —La mayoría de las personas dice que no. —Usted no es como la mayoría. —El problema es que está haciendo una pregunta estúpida. —¿Por qué lo dice? —Por supuesto que las máquinas no pueden pensar como la gente lo hace. Una máquina es diferente a una persona. Por lo tanto, piensan de manera diferente. ››La pregunta interesante es: ¿Que algo piense diferente a uno significa que no está pensando? Aceptamos que los humanos tengan tales divergencias uno con el otro. A usted le gustan las fresas, yo odio patinar sobre hielo. Usted llora con las películas tristes, yo soy alérgico al polen. ¿Cuál es el sentido de tener diferentes gustos, preferencias... si no es para decir que nuestros cerebros funcionan diferente porque pensamos diferente? Y si podemos decir lo mismo de los otros, entonces, ¿por qué no podemos decir lo mismo de cerebros construidos con cables de cobre y acero? —¿Y eso es ese gran ensayo que escribió? ¿Cómo se llamaba? —El juego de la imitación.”
“La guerra siguió adelante durante dos solitarios años más y, cada día, realizábamos nuestros cálculos empapados en sangre. Cada día decidíamos quién vivía y quién moría. Cada día nosotros ayudábamos a los Aliados a lograr victorias y nadie lo sabía. Stalingrado, las Ardenas, la invasión de Normandía... Victorias todas, que no habrían sido posibles sin la información que nosotros aportábamos. Y la gente habla sobre la guerra como de una batalla épica entre civilizaciones. Libertad contra tiranía. La democracia contra el nazismo. Millones de soldados desangrándose en el campo de batalla. Flotas de barcos atestando los océanos. Aviones tirando bombas desde el cielo hasta tapar la luz del sol. Para nosotros, la guerra no era eso.”
“—¿Sabes? Esta mañana iba en un tren que pasó por una ciudad que no existiría si no fuera por ti. Le compré un billete a un hombre que probablemente habría muerto de no ser por ti. Leí en mi trabajo investigaciones científicas de un ramo que existe gracias a ti. Si hubieras querido, podrías haber sido normal. Te aseguro que yo nunca lo habría querido. El mundo es un lugar infinitamente mejor precisamente porque no lo eras. —¿De verdad crees eso? —Creo que, a veces, es la gente de la que nadie espera nada es la que hace cosas que nadie puede imaginar.”