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El extraordinario hecho de escribir poesía

Hoy estamos a 21 de marzo, fecha simbólica para los amantes del verso porque hoy es el día internacional de la poesía. Esta fecha fue escogida en 1999 por la UNESCO para conmemorar una de las muestras de expresión más importantes de la humanidad.


En homenaje a este día, os cito la siguiente reflexión: ¿por qué la gente escribe poesía? Una pregunta aparentemente absurda o insustancial cuando, en realidad, los motivos que provoca que el verdadero poeta las escriba son mucho más profundas de lo que se queda en el papel finalmente reflejado.


El auténtico poeta siente una confusión, un tumulto de ideas en la mente por el hecho de juntarse el espíritu poético con el mundo real. La conciencia está distraída, aturdida, por tener una cavilación causada por el inspirar. Existe un suplicado pensamiento que invoca y que susurra. Son como voces que proceden de los diferentes confines de la cabeza, sin rumbo fijo y sin origen determinado, pero que suplican huir hacia la libertad, más allá de las prisiones internas del alma. En el momento que salen mediante una plasmación, ese aturdimiento constante desaparece misteriosamente. Para ser sinceros, es una de las sensaciones de tranquilidad más maravillosas que la mente puede llegar a presenciar.


Esta es la verdadera esencia de la poesía: escribir sólo lo que el corazón y la mente os exija expresar. Si la mente no os lo pide, es decir, se hace “poesía forzosa” por el simple hecho de vivir de eso, no es auténtica poesía. Se trata de una poesía artificial y fría que se aleja del sentimiento humano por la cuestión de que el interior no lo reclama. Si quieres hacer poesía profunda, apela siempre al reflejo de unas emociones sinceras porque, al fin y al cabo, no hay nada que sea más conmovedor que las propias emociones internas.


Un poema puede ser extenso o breve, con métrica o con versos libres, sencillo de entender o complejo. Eso no importa, lo verdadero importante es la visualización sensorial de una alteración que realmente se quiere manifestar.


Como conclusión, acabo especificando lo siguiente: escribid sólo lo que vuestra mente y vuestro corazón perciba. Si no sentís nada, no sirve para nada forzar la existencia de un poema frío y superficial. Tal como decía Federico García Lorca: “la poesía no quiere adeptos, quiere amantes”. Aquel que no sienta la poesía, jamás podrá lograr un sentir con una obra de su propia mano. Solamente un sincero amante del género es capaz de hacer, con sus escritos, cautivar.



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