La enfermedad hizo la humanización de la deshumanización social en "La peste"
Albert Camus mostró su gran capacidad a la hora de representar, en novelas breves, la complejidad del ser humano. Esta obra escrita en 1947 marcó la novela del siglo XX y, seguramente, tuvo mucho peso para decidir concederle el premio Nobel de Literatura al escritor en 1957.
Este libro comienza en la década de los años 40 en Orán (Argelia). Allí ocurre un suceso que se va repitiendo día tras día. Sus habitantes no lo toman como un acontecimiento de importancia. Una plaga de ratas muertas asaltan las puertas de las alcantarillas y miles de ellas son recogidas por los servicios de limpieza local, sin medidas cautelares de higiene o de sanidad.
Lo que no supondrían es que aquellos roedores causarían una epidemia que obligarán a incomunicar la ciudad entera del mundo exterior. Un brote de peste bubónica matará a millones de personas en Orán. Sólo puede haber una solución: apelar al sentido común para poder afrontar la situación.
Esta novela la recomiendo porque es un gran reflejo de la mentalidad humana. Lo que para la mayoría es una tragedia, para otros puede ser un reclamo económico. La Iglesia lo justificará todo proclamando que es una maldición del Señor, provocando que la gente tenga más miedo y decida dar bienes para obtener el perdón de Dios. Por el otro lado, el doctor Bernard Rieux hará todo lo que pueda para intentar salvar a la población de esta desgracia.
Como conclusión, dando por finalizada esta crítica, os dejo algunos fragmentos de la obra:
“Todo aquel tiempo fue como un largo sueño. La ciudad estaba llena de dormidos despiertos que no escapaban realmente a su suerte sino esas pocas veces en que, por la noche, su herida, en apariencia cerrada, se abría bruscamente. Y despertados por ella con un sobresalto, tanteaban con una especie de distracción sus labios irritados, volviendo a encontrar en un relámpago su sufrimiento, súbitamente rejuvenecido, y, con él, el rostro acongojado de su amor. Por la mañana volvían a la plaga, esto es, a la rutina.”
“Cuando me metí en este oficio lo hice un poco abstractamente, en cierto modo, porque lo necesitaba, porque era una situación como otra cualquiera, una de esas que los jóvenes eligen. […] Y después he tenido que ver lo que es morir. ¿Sabe usted que hay gentes que se niegan a morir? ¿Ha oído usted gritar: “¡Jamás!” a una mujer en el momento de morir? Yo sí. Y me di cuenta en seguida de que no podría acostumbrarme a ello.”
“¿No es cierto, puesto que el orden del mundo está regido por la muerte, que acaso es mejor para Dios que no crea uno en él y que luche con todas sus fuerzas contra la muerte, sin levantar los ojos al cielo donde Él está callado?”
“El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad. Los hombres son más bien buenos que malos […] El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo.”
“La sociedad de los vivos temía constantemente dejar paso a la sociedad de los muertos. Ésta era una evidencia. Claro que siempre podía uno esforzarse en no verla. Podía uno taparse los ojos y negarla, pero la evidencia tiene una fuerza terrible que acaba siempre por arrastrarlo todo.”
“Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: "Esto no puede durar, es demasiado estúpido". Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar.”