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"Ándeme yo caliente" (Luis de Góngora) y "A una donzella" (Josep Carner)

Esta semana he escogido estas dos poesías para representar lo que realmente es esencial para vivir, según Luis de Góngora, y el amor a una persona y el transcurso rápido del tiempo, según Josep Carner. Leed estas dos grandes obras de la lírica. A los amantes de la poesía les gustarán.



Castellano


Ándeme yo caliente (Luis de Góngora)


Ándeme yo caliente Y ríase la gente. Traten otros del gobierno Del mundo y sus monarquías, Mientras gobiernan mis días Mantequillas y pan tierno, Y las mañanas de invierno Naranjada y aguardiente, Y ríase la gente. Coma en dorada vajilla El príncipe mil cuidados, Cómo píldoras dorados; Que yo en mi pobre mesilla Quiero más una morcilla Que en el asador reviente, Y ríase la gente. Cuando cubra las montañas De blanca nieve el enero, Tenga yo lleno el brasero De bellotas y castañas, Y quien las dulces patrañas Del Rey que rabió me cuente, Y ríase la gente. Busque muy en hora buena El mercader nuevos soles; Yo conchas y caracoles Entre la menuda arena, Escuchando a Filomena Sobre el chopo de la fuente, Y ríase la gente. Pase a media noche el mar, Y arda en amorosa llama Leandro por ver a su Dama; Que yo más quiero pasar Del golfo de mi lagar La blanca o roja corriente, Y ríase la gente. Pues Amor es tan cruel, Que de Píramo y su amada Hace tálamo una espada, Do se junten ella y él, Sea mi Tisbe un pastel, Y la espada sea mi diente, Y ríase la gente.

Catalán

A una donzella (Josep Carner)

No saps encara quin demà t'espera

i tombes a l'ahir, ja desaprès,

tes espatlles de neu, sense altre pes

que l'ombra de la teva cabellera.

Com, aturat d'un llac a la ribera,

el vent no el vol per cap afany malmès,

tampoc no vull que, massa d'hora oprès,

ton cos llangueixi en la gerdor primera.

Així la sorda conspiració

d'amor i mort no es vulgui abatre encara

sobre el teu dia ardent i trescador;

i que, en topant la senectut avara,

en el record jo pugui veure encara

tos ulls, encís d'un món sense dolor.

(Traducción: A una doncella)

No sabes todavía qué mañana te espera

y tumbas al ayer, ya desaprendido,

tus ombros de nieve, sin otro peso

que la sombra de tu cabellera.

Como, parado de un lago en la ribera,

el viento no lo quiere por ningún afán dañado,

tampoco no quiero que, demasiado pronto oprimido,

tu cuerpo languidece en la ternura primera.

Así la sorda conspiración

de amor y muerte no se quiera abatir todavía

sobre tu día ardiente y caminante;

y que, topando la senectud avara,

en el recuerdo yo pueda ver todavía

tus ojos, hechizo de un mundo sin dolor.

Traducción: Jorge de la Fuente


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